martes, 5 de junio de 2012

Dunas de Valizas - Rocha
La suave brisa apenas si nos refresca mientras pisamos con dificultad las arenas infinitas de esta parte del Uruguay. Paso a paso, lentamente bajamos una duna, tan solo para subir otra, de repente una playa desierta aparece delante de nosotros. Tan solo el sonido del mar con su voz incomparable acaricia nuestros tímpanos, y una ola llega detrás de la otra, como hace miles y miles de años viene ocurriendo. Sin parate, sin descanso, llegan y se van, las arenas más allá forman un pequeño cerro llamado "de la buena vista". En sus laderas, rocas enormes le dan un toque especial al lugar, mientras en la cima las grandes piedras se amontonan. Juntas hombro con hombro, o simplemente una arriba de la otra esperan pacientemente a los visitantes. Mudas, pero no ciegas, vigilan este pequeño paraíso virgen que es delimitado por el arroyo Valizas, y la playa norte de Cabo Polonio. Dos islas formadas por rrocas permanecen inmutables a metros una de la otra, más allá, casi imperceptible a nuestra vista otra isla delimita el horizonte del océano Atlántico.
       
Llegando a Valizas, tan solo hay que recorrer en todo su largo la calle de entrada al balneario, hasta que las arenas de la playa nos impidan seguir avanzando. Comenzamos a sentir la arena rozando la planta de los pies, y miramos hacia nuestra derecha, ahí como grandes vigías emergen las impresionantes dunas de este lugar, Para llegar a ellas hay que cruzar el arroyo Valizas, y dependiendo de su caudal, podremos hacerlo simplemente a pie o en barcos alquilados por los lugareños. Desde Cabo Polonio el camino es más duro de recorrer, partiendo del faro hasta la primera playa de esta zona son unos 5 kilómetros de marcha.
         
Son tres generosas playas, salpicadas por rocas que van haciéndose más grandes a medida que escalamos el cerro. El silencio uniforme, la visión del cabo a la lejanía, y hacía el otro lado la playa del balneario de Valizas, son cosas que deben apreciarse. Un lugar solitario, hermoso, y con una estética única en nuestro país. Recomiendo visitarlo aunque sea una vez en la vida, no hay playstation, computadora, shopping, o galería que pueda reemplazar los lugares como este. El miedo cósmico que tan excelsamente describió el teórico ruso Mijail Bajtin espera por nosotros, para hacernos recapacitar contemplando, pero también para maravillarnos con su poder. No hay que olvidarse que a pesar de habernos construido nuestro propio medio ambiente de cemento y alquitrán, seguimos dentro de la naturaleza, porque en definitiva somos parte de ella. Y quién formando parte de algo apela a su misma destrucción, sin duda que terminara destruyéndose a sí mismo.

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